Se suele definir la música como el arte de coordinar y transmitir efectos sonoros, armoniosos y estéticamente válidos, los cuales son generados a través de la voz o de instrumentos musicales. Sin embargo, cuando estos efectos, ritmos y sonidos son generados a través del propio cuerpo entramos ya en terreno de la percusión corporal, tal y como nos cuenta en este destacado artículo la profesora de Música de Secundaria del Colegio Amanecer de Alcorcón Alba Circosta García, quien además es clarinetista.
La percusión corporal es una disciplina presente desde la prehistoria y que consiste en crear ritmos y sonidos a través del propio cuerpo. Toda cultura tiene tradiciones de percusión corporal y esta se puede utilizar para acompañar música o como una coreografía.
Es una disciplina muy utilizada en la educación debido a su sencillez. Por un lado, fomenta el aprendizaje de elementos básicos del lenguaje musical cuales las distintas propiedades del sonido: timbre, altura, intensidad y duración además del ritmo, el tempo y la métrica. Por otro lado, ayuda a coordinar el movimiento y desarrollar las actividades motrices fundamentales. Además, estimula el cerebro, ayuda en diversos procesos neurológicos como la atención, la memoria, la concentración y capacidades para el lenguaje o la matemática y fomenta el trabajo de grupo y la integración.
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Fomenta el aprendizaje de elementos básicos del lenguaje musical.
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Ayuda a coordinar el movimiento y a desarrollar actividades motrices fundamentales
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Estimula el cerebro
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Ayuda en numerosos procesos neurológicos
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Refuerza el desarrollo de la autonomía
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Fomenta la integración y el trabajo en equipo
La percusión corporal requiere de una participación activa de tal manera que la persona hace uso de su cuerpo a nivel físico, pero también a nivel mental e, incluso, afectivo. Durante la percusión corporal se pone en juego la motricidad, la cognición y la emoción.
El uso del movimiento en la asignatura de música en la etapa de educación secundaria del Colegio Amanecer de Alcorcón no solo permite a los estudiantes fomentar su interés y participación en la materia, sino que también refuerza el desarrollo de la autonomía lo cual promueve una motivación intrínseca en la que la acción es un fin en sí mismo y el sujeto se considera totalmente automotivado. Por lo tanto, el alumno realiza la tarea con el objetivo de aprender.
Desde hace siglos, la música se ha relacionado de manera natural e innata con el movimiento, el cual, como primer lenguaje del ser humano, representa la intención primordial de comunicar ideas, necesidades y emociones. Con el transcurso de los años, nos olvidamos de esta necesidad para limitarnos a la palabra como herramienta de expresión para con nuestro entorno, limitando a su vez no solo nuestra capacidad de comunicación, sino también nuestras posibilidades de socialización (Lloret, 2009), pues la pertenencia a un grupo, en este caso, de actividades de percusión corporal, facilita el contacto y la integración entre sus componentes (Maschat, 2006).
Actividades primordiales como la expresión corporal y el movimiento, como es el caso de la percusión corporal, nos permiten relacionarnos con el mundo. Esta tendencia innata por moverse es la que, especialmente en los más jóvenes, le acerca a la música (Martín Escobar, M.J., 2005). Pero a pesar de que existan varias evidencias científicas que confirman la importancia del movimiento en el aprendizaje musical desde las primeras edades (Juntunen 2002; Temmerman, 2000; Wang y Sogin, 1997), el uso del movimiento como herramienta de motivación para la mejora del aprendizaje de música en las aulas de secundaria es relativamente reciente, y hay pocas investigaciones realizadas en esta etapa (Fuentes, 2006; Haga, 2008).
Esta disciplina de tradición histórica no solo contribuye en un bienestar físico sino también socioafectivo, fortaleciendo la aceptación de uno mismo y la integración entre los alumnos (Fructuoso y Gómez, 2001). La práctica de la percusión corporal no solo desarrolla el sentido rítmico-espacial y la coordinación, sino que permite establecer una relación entre el campo perceptivo visual y auditivo desarrollando una motricidad de carácter global. (Fructuoso y Gómez, 2001; Willems, 1994)
Finalmente, esta la percusión corporal adaptada a los niños debe ser un medio más para conseguir una educación integral del alumnado, fomentando a través de ella el conocimiento, aceptación y dominio del propio cuerpo, favoreciendo además su relación con el mundo que le rodea, es decir formándolo tanto desde el punto de vista motor como desde el socioafectivo. Es propiamente en la etapa de la adolescencia cuando el alumno obtendrá más provecho puesto que este tipo de actividad permitirá, además, el desarrollo de distintas cualidades musicales y de la creatividad.
Para finalizar, la percusión corporal también ayuda a personas con enfermedades como el párkinson, problemas cognitivos como el alzhéimer, o daños cerebrales después de un accidente. En estos casos, la enfermedad no se cura ni desaparece, pero el paciente tiene mejor calidad de vida y un deterioro menor en el largo plazo. Esta cualidad permite integrar de manera efectiva al alumnado con dificultades de aprendizaje de distinta naturaleza lo cual resulta ser algo imprescindible durante todo el recorrido educativo.
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