Tradicionalmente, siempre se ha pensado que la música clásica iba dirigida a un público adulto ilustrado y entendido en la materia. Sin embargo, esta creencia no es real. Es decir, no solo los adultos disfrutan de fantásticas composiciones de los grandes maestros de la música de todos los tiempos. Y es que los niños también pueden acercarse a la música clásica deleitándose de la universalidad, la belleza y los beneficios de escuchar e imaginar todo un mundo de fantasía en numerosas piezas musicales, tal y como hemos contado en otros artículos.
Las grandes obras de la música clásica son universales porque nunca han perdido frescura y siempre, aún con el paso de los siglos, han ido ganando nuevos adeptos. Y entre estos nuevos “seguidores” podemos incluir a los niños. Muchos de los grandes maestros clásicos dejaron numerosas piezas para el deleite del oído y la imaginación infantil, tal y como nos explica en este artículo Juan Manuel Gómez, Profesor de Música y Director del Coro del Colegio Amanecer.
Son numerosas las obras que, tradicionalmente por la concepción del autor, o por su popular uso, han sido valoradas, concebidas o encasilladas como música atractiva para los niños, “por ejemplo obras de juventud de algunos autores, u obras dedicadas específicamente a un público joven o estudiantes jóvenes de música, como los estudios infantiles de los diferentes instrumentos, o sobre todo obras teatrales o música incidental con una temática infantil, como pueden ser algunas óperas o ballets”, señala Juan Manuel.
El tiempo de concentración y el tipo de escucha, claves para acercar la música clásica a los niños
Es cierto que algunas de las obras consideradas clásicas más densas tanto por tiempo como por desarrollo musical pueden ser, en un primer momento, desechadas para la escucha infantil. Pero esto se limitaría a unas obras bastante determinadas y no demasiado numerosas, ya que siempre tenemos el recurso de escuchar solo una parte de ellas que tenga sentido para el oído infantil, como una primera sección o movimiento de la obra.
Este recurso de introducir a los más pequeños en la música clásica escuchando solo una parte de la obra total es, de hecho, casi siempre imprescindible. “Elijamos la obra que elijamos, debemos tener en cuenta que un niño acabará aburriéndose rápidamente de una escucha pasiva por muy bonita y atractiva que sea esa obra”, apunta nuestro profesor de música
Para Juan Manuel, los dos puntos más importantes para recomendar algunas músicas para niños, son el tiempo y tipo de escucha:
- El tiempo de escucha o de concentración que un niño de una determinada edad puede mantener, que según la edad no será más de unos pocos minutos (1-4 minutos).
- El tipo de escucha que hacemos de esa obra. Es decir, “no es lo mismo escuchar una obra sentado en una silla intentando captar los matices y las melodías de la pieza, que escuchar una obra a la vez que la vivenciamos. Y es que por mi experiencia he visto que es la única manera de llevar el mundo de la música clásica a los más pequeños. En el momento que el niño asocia esa obra musical con una pequeña vivencia personal, será mucho más fácil que encuentre atractiva esa obra musical y que le apetezca volver a escucharla de forma recurrente”, recalca Gómez.
En el momento que el niño asocia una obra musical con una vivencia personal, será mucho más fácil que encuentre atractiva esa pieza y que le apetezca volver a escucharla de forma recurrente.
Es por ello que la clave para que los niños disfruten de sus primeras piezas de música clásica o tradicional es “vivenciar la música, no escucharla”, incide Juan Manuel, quien añade que “claro que los niños pueden escuchar la música sentados en una silla y apreciar sus matices, ritmos y melodías, pero siempre que previamente haya habido un trabajo de vivenciarla”.
¿Pero en qué consiste eso de vivenciar la música? Para sumergir al niño en la obra clásica musical que vamos a escuchar se pueden utilizar múltiples recursos, como por ejemplo:
- Cuento narrado relacionado con la historia de esa obra musical. (En un mercado persa, del compositor británico Ketelbi)
- Si es una música descriptiva (Las 4 estaciones de Vivaldi) podemos ir explicándole lo que la música quiere expresar o hacernos sentir en ese momento con dibujos o músico-gramas.
- Con una pequeña danza acorde al ritmo. Melodía y estructura de la obra.
- Teatralización de la obra con personajes que aparecen en la obra. (“En la cueva del rey de la montaña”, del compositor y pianista noruego Edvard Grieg)
- Si es una ópera o ballet con un argumento, ver la escena y no solo escuchar la música. (“Pedro y el lobo”, del compositor ruso Prokofiev)
Estos son solo algunos ejemplos, “la imaginación es infinita y podemos hacer al niño participe de la música que van a escuchar de mil formas distintas”, asegura nuestro profesor de Música.
Por estas razones, argumenta Juan Manuel, “no es que haya unas obras clásicas adecuadas para niños y otras no. Esto solo pasaría en algunos extremos muy concretos, sino que más bien, lo importante es cómo tratamos, abordamos y presentamos la obra musical que hemos decidido que va a escuchar el alumno. Todas las obras musicales (las clásicas o no clásicas, también incluye el rock y el jazz y la música moderna), pueden ser susceptibles de ser obras atractivas y adecuadas para los niños”, concluye y recalca Juan Manuel Gómez.
0 comentarios